terça-feira, 22 de julho de 2025

AMA QUOD VIS

 


(AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS)

San Agustín de Hipona

 

Me acabo de despertar. Hay un silencio en toda la casa. Veo el reloj. Son las 5.30 de la mañana. Tuve un sueño un tanto extraño. Estaba solo en medio de un desierto árido, algo parecido al Sahara. Hacía mucho calor y estaba sediento, casi muerto de sed y de cansancio.

Entonces, como por milagro, vi un oasis y me acerqué. Era un paraíso. Un lago sereno, numerosos árboles, frutas por doquier, una fuente de agua cristalina. Me sentí lleno de gratitud y contentamiento.

Aproveché cada instante. Bebí, comí los mejores dátiles del desierto y me dormí bajo la refrescante sombra de un frondoso árbol.

De repente, sentí nuevamente calor y, al abrir los ojos, todo había desaparecido. Me encontraba nuevamente en medio del desierto árido.

Mi decepción fue tremenda. Sentí angustia, ansiedad y aprehensión. Estaba nuevamente en medio de la nada. Todo parecía una pesadilla dentro de un sueño.

Me desperté y constaté, aliviado, que todo no pasaba más de un sueño.

Entonces, al encender la TV para ver los noticieros matutinos, allí estaban: las noticias del día. Guerras, muertes, guerra comercial en el mundo, niños muriendo en la Franja de Gaza, bombardeos en Ucrania y, para no dejar de faltar, las barrabasadas de un presidente estadounidense con sus locuras y amenazas por doquier.

Al escuchar esas noticias, sentí nuevamente la sensación que tuve durante la pesadilla del desierto: una terrible decepción por la humanidad.

Durante el desayuno, empecé a pensar sobre cuál es el motivo de tanta desgracia en el mundo. ¿egoísmo?, ¿soberbia?, ¿ansias de poder desmedido?

Pero, todas esas probables razones convergían en una sola fuente: falta de amor.

 

El verdadero amor

 

A fin de cuentas, ¿por qué siempre volvemos al tema Amor? ¿Qué es el amor? ¿Cuál es el verdadero amor? Son preguntas fáciles de asimilar y de comprender, pero difíciles de contestar. Y es por eso, tal vez, sea tan importante vivirlo.

Muchos confunden amor con sentimiento, o al menos, sólo sentimiento. He necesitado leer mucho para darme cuenta que el verdadero amor no se reduce a un sentimiento.

El amor es VOLUNTAD. Una fuerza indómita de voluntad en querer vivir y transformar lo que se deba. Construir, edificar, transformar, renacer. El amor es una fuerza que habita dentro de nosotros y, que al desearle fervientemente nos transforma en seres humanos completos y verdaderos.

El verdadero amor es DIOS y como hijos suyos, creados por ÉL, está intrínsicamente dentro de nosotros. Es aquella llama que siempre está dentro del alma humana y que cuando es alimentada, ilumina y transforma todo a su alrededor.

Por supuesto, es también un sentimiento, pero que no nos engañemos cuando ese sentimiento disminuye. Al contrario, la voluntad y la profundidad del corazón alimentan el amor aún cuando el sentimiento de tristeza o de miedo lo amenace.

El verdadero amor tiene alas que pueden volar hasta el infinito. No hay barreras, ni tiempo, ni espacio que lo limiten.

 

 

 

 

Amor sin límites

 

¿Alguna vez has pensado cuán lejos un águila puede volar? Dicen que hasta 360 quilómetros por día. Ya es algo increíble. Ahora si pensamos que el amor puede volar sin límites, que puede extenderse sin tiempo ni espacio; entonces, si lo vivimos, es lo más grandioso que un ser humano puede vivenciar.

El hecho de no tener límites hace del amor lo más grande que un ser humano pueda vivir. Y estoy usando el verbo VIVIR en vez de SENTIR porque hay que vivirlo para saber en su exacta dimensión su significado y grandeza.

Así como el amor es ilimitado, es también fuente de inspiración y de entrega. Es tan fuerte y tan frágil al mismo tiempo. Puede llevarnos a un estado de éxtasis, como también de profundo sentimiento. No hay término medio en el amor. Eso lo hace sublime.

 

Amor y libertad

 

Cuando San Agustín dijo: “Ama y haz lo que quieras” se refería a otro de los elementos sacrosantos del amor: la libertad.

El amor y la libertad andan juntos y yo diría que son las dos caras de una misma moneda. Amar a alguien te da la libertar de sostener el amplio edificio de la vida con tu propia columna, sabiendo que el ser amado es la otra columna que sostiene el mismo edificio.

Si amas verdaderamente a alguien, sientes el “desprendimiento” de dejarlo volar libre a las alturas de sus propios límites. Es en la libertad donde el ser amado se siente totalmente preparado para entregarse libremente.

Entregarse libremente con toda la conciencia que ello implica. Rendirse al corazón y a la vida del otro con total libertad es, por cierto, el secreto de un amor duradero.

Cuando, por fin, el alma encuentra su plenitud en el amor, es cuando se acerca a la fuente misma de él: Dios-Amor. Allí encuentra su verdadero sentido.

Y con total libertad para amar, sin límites de entregarse plenamente, el que ama puede hacer lo que quiera, porque todo lo que haga, lo hará bien y en plenitud.

 

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