
Una cierta mañana me desperté sobresaltado. Parecía que la mañana fuera interrumpida por algún cataclismo invisible en mi interior. No sabía a lo cierto que era, simplemente me sentí un poco aterrado. Noté que sudaba frío y las gotas de sudor perlaban mi frente. Eso me asustó. Siempre el miedo a lo desconocido, siempre el temor de no saber lo que está pasando. Descarté inmediatamente que talvez, yo tuviera el don de la premonición. No, no era eso, definitivamente yo no tenia ningún poder oculto o mágico, o paranormal que pudiera decirme que algo grave estaba por suceder.
Pero el miedo y los pensamientos afluyeron a mi mente como torbellino. Encendí la luz y noté que aún no había amanecido. Entonces algo me llamó la atención en la pared, bien cerca de mi cama. Un insecto verde. Una esperanza.
Hace mucho tiempo, un fray franciscano me había dicho que un mal pensamiento se desecha cuando nos concentramos en otro pensamiento. Es decir, para romper la influencia de un pensamiento, deberíamos pensar en otro inmediatamente y así, desechamos el primero. Fue lo que hice. Pero, en este caso, lo que me llamó la atención – y así me olvidé de mi miedo prematuro o premonitorio- fue la esperanza.
Vi que el pequeño insecto de un color verde intenso estaba herido, casi no podía moverse y un pequeño líquido, – debía ser su sangre – casi imperceptible emanaba de su costado. La esperanza herida.
Al inicio no sabía qué hacer con ella. Ayudarla a escapar, sacarla afuera de mi dormitorio, o simplemente verla resquebrajarse toda, incluso hasta la muerte.
Mis pensamientos me llevaron hacia la virtud de la esperanza. Una de las tres virtudes teologales junto con la fe y la caridad.
Pensé que debería escribir sobre la esperanza. En esa clásica esperanza que a veces se nos presenta como ilusoria pero que siempre nos sostiene cuando la necesitamos.
Creo que alguna vez, he escrito sobre ella, incluso escribí un poema sobre el tema. Pero, también pensé en pedir la opinión de personas queridas que conocía. Qué significaba para ellos la esperanza?
Entonces he enviado correos electrónicos preguntando : Qué es para ti la esperanza? Cómo puedes definirla usando tus propias palabras?
Recibí varias respuestas, sorprendentes, como son las personas a quienes pregunté.
Como he pedido la opinión de personas alrededor del mundo, las respuestas vinieron en tres idiomas, español, portugués e inglés. Por lo tanto, haré la traducción de ellas al español, la lengua en que estoy escribiendo este texto.
Uno de ellos me decía que “ La esperanza significa muchas cosas, pero la principal y la más importante de ellas es siempre creer que todo aquello por el cual uno lucha, un día lo conseguirá”.
Aquí va otra : “La esperanza = sueños. Pero es mucho más que sueños. Significa sueños y hacerlos realidad”
Esta me pareció interesante: “La esperanza es aquella creencia de que, aunque todo parezca perdido, todo saldrá bien. Es como la amiga más fiel, casi una madre, que jamás te deja sólo. Ahora te pregunto yo. Crees que es posible perder la esperanza o quizás miente quien dice que no tiene más esperanza?
Particularmente yo creo que la fe, la esperanza y la caridad son virtudes que están en la esencia del ser humano, en el fondo de su alma. Ya he escuchado que alguien ha perdido la fe, por ejemplo. Puede ser que la poca fe que haya tenido sea tan frágil que, ante las dificultades y contradicciones pudiera perderse. Creo que así también funciona con la esperanza. Ella está en el corazón humano, pero a veces podemos olvidarla o perderla. Por lo tanto, creo que no miente quien dice que la ha perdido.
Otra frase, de una persona muy entrañable, me gustó mucho.
“La esperanza es el vuelo más alto de un alma optimista”
Creo que optimismo y esperanza van juntas, con las manos entrelazadas. Un alma optimista sólo tiende a volar, a volar por senderos inaccesibles y la esperanza es ese motor que la impulsa a volar cada vez más alto hasta llegar a la cúspide, hasta alcanzar el objetivo deseado.
Una vez escribí que la fe es vivir en mi eje. Ese eje que sirve de gozne sobre el cual gira mi verdadera esencia de humanidad. Entonces, si mi fe es aquella creencia sólida en algo, la esperanza me da aliento de esperar a que ella se realice. Es aquella sensación de que no todo está perdido, todo se realizará como he siempre deseado y espero.
Hay esperanza incluso en la espera; en esperar la primavera, en observar el árbol seco del invierno y saber que muy pronto volverá a dar frondosos frutos y hermosas flores. Hay esperanza en la vida; en el despertar de cada día, en la lucha cotidiana, en los deseos más íntimos del corazón.
“Esperanza es como una suave brisa en mi rostro. Esperanza es la luz en la oscuridad. Es como un bello día soleado de primavera. Es la calma espera en mi corazón.”
Suave brisa en mi rostro. Me ha gustado mucho eso. A veces cuando siento una leve brisa tibia, siento en todas mis entrañas, la maravillosa sensación de estar vivo.
“Hay esperanza cuando hay vida. La esperanza es un dulce bálsamo cuando la ansiedad invade nuestra mente y nuestro corazón. Hay esperanza en cada respiración, en cada molécula de oxígeno, en cada sonrisa, en cada flor, en cada aroma, en cada gesto, cada actitud. Hay también esperanza en los sueños, en los deseos más puros, en la mirada de quien amamos y deseamos mucho bien. Siempre hay esperanza y siempre habrá.
Sin embargo, me ha llamado la atención la definición de esperanza hecha por un gran amigo mío. Sus palabras expresan, en su real dimensión, lo que esta virtud representa en su vida. Decía así :
¿Qué es la esperanza según mi punto de vista? Creo que un sentimiento profundamente humano, que anida en el corazón de cada persona.
Fundamentalmente, estimo que es un deseo a futuro, el entendido de que algo favorable nos espera a la vuelta de la esquina. Algo que
podría cambiar el rumbo de nuestra existencia. El problema con esto de la esperanza, supongo, está en considerarse una suerte de sujeto
pasivo del destino, en suponer que las cosas nos "van a pasar" sin nuestro concurso, sin nuestra activa participación, incluso, sin nuestro
consentimiento. Ahí es donde creo que la esperanza corre el serio riesgo de convertirse en conformismo, primero, y en resignación, después.
En ese sentido, talvez sería oportuno decir que la esperanza es el ardiente anhelo de que nos suceda algo por lo que estamos dispuestos a luchar.
Y aunque soy un poco escéptico al respecto, considero de todas formas que siempre es necesario reservar una buena dosis de ilusión, de lo contrario
la vida se nos haría muy difícil de sobrellevar.
Hay una profunda meditación en estas palabras. Por un lado, mi amigo revela que la esperanza (unida a la ilusión o viceversa) es necesaria para sobrellevar la vida. Sin la esperanza no existiría ese estímulo para enfrentar los tiempos difíciles que a todos nos toca vivir. Y por otro lado, él revela su escepticismo al considerar que la esperanza supone entregarse al destino para que él haga el resto. Los dos lados de su exposición son válidos e interesantes.
Agregando a este comentario, puedo decir que la esperanza también debe ir de la mano de una actitud activa y positiva en conseguir lo que se desea. Tener fe en algo, hacer todo lo posible para que ese algo se cumpla y tener “esperanzas” para que todo lo que se ha hecho se cumpla en el momento oportuno.
Lo cierto es que veo muy difícil la vida sin esperanza. Sería una vida envuelta en tinieblas de dudas, incertidumbres y desazón.
Otra entrañable amiga me escribió que la esperanza es la certeza de un futuro basado en la certeza de un presente. Esa certeza sin dudas es la que nos mueve hacia delante. Es la fuerza motriz, amparada por la fe; la fe de aquello que creemos y que conseguiremos alcanzar en el camino hacia nuestro futuro.
Con tantas ideas sobre la esperanza, no dudé en ayudar a “la esperanza herida”. La saqué de la pared y la puse en el suelo. La cuidé, intenté acariciarla, le di ánimos y ella simplemente desapareció por la hendidura de mi ventana. Quiero creer que mi esperanza estaba herida, pero hice todo lo posible para curarla, sané sus alas para que pudiera volar sin resquemores. Así, mi esperanza estaba intacta.
Y deseo de todo corazón a todas las personas que lean este texto, que la esperanza nunca deje de desplegar sus alas sobre sus corazones.
Y para finalizar, encontré el poema que he escrito sobre la esperanza. Una de las estrofas que más me ha gustado, dice así :
“Ella se agita en la tempestad
Estremece en la oscuridad,
Ella siempre existe
Para calmar nuestra ansiedad”
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