Días pasados fui a ver la película argentina “DOS HERMANOS” del director Daniel Burman (“Derechos de Familia”), protagonizada por el memorable actor cómico Antonio Gasalla y la magistral actriz Graciela Borges.
Las películas argentinas me agradan “per se”. Ellas siempre me impresionan y el cine de ese país ha mejorado muchísimo. En los últimos años, algunas películas quedaron grabadas en mi memoria : EL HIJO DE LA NOVIA, ELSA Y FRED, CONVERSACIONES CON MAMÁ, y claro, la mejor de todas, EL SECRETO DE TUS OJOS.
DOS HERMANOS está bien hecha. La base del guión es la relación de dos hermanos, de vida diametralmente opuestas y que deben convivir juntos.
Que difícil es la convivencia!, y más cuando somos forzados a convivir con personas difíciles y que además, están unidos por lazos de sangre.
La cinta tiene de todo : dramas familiares, hermosos paisajes y divertidos momentos.
Sin embargo, las películas argentinas tienen un “que” de melancolía tan profunda que, a veces, llega a ser incómodo, dilacerante.
Cada vez que salgo de ver una película argentina, tengo sentimientos desencontrados. Eso me gusta. Es señal que la obra de arte produjo en mi una inquietud, un movimiento, una extraña emoción interior.
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