Empezó Junio, el sexto mes del año. Todos se quejan que el tiempo vuela, que el año nos arrastra hacia un torbellino inevitable de cambios, informaciones, sucesos, estreses, acontecimientos trágicos, etc. De todos modos, si me preguntan qué había hecho unos meses atrás, no lo sabría decir sin tener que revisar las páginas de mi diario personal.
Cuando pienso en todo lo que he vivido y sentido este año, mi asombro no tiene límites.
Los días y los meses pasan en un santiamén. A veces tan imperceptibles, que no nos atenemos a los detalles. Los acontecimientos se suceden en proporciones alarmantes, que nos deja “alelados” y nos obligan a dejar “para después” los análisis profundos, la meditación detenida y un estudio de todo lo que nos sucede.
Qué hacer? Enfrentar el tiempo?. Imposible. Desde el fondo de mi alma, tal vez pueda hallar una luz para tratar de aferrarme al timón de mi vida e intentar capitanearlo con sabiduría e inteligencia. No es una tarea fácil, es más, la considero hercúlea y titánica, pero también es necesario buscar el coraje necesario para, al menos, ejercer cierto control sobre nuestra propia existencia. Esta es mi meta, mi deseo y mi ruego personal.
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