domingo, 17 de junho de 2012

HÚBRIS


Los griegos ancestrales definieron la CODICIA como HÚBRIS, o sea, la desmedida ambición humana por el poder y la gloria. Debo confesar que la “Húbris” forma parte de la esencia humana así como el amor, el odio y el miedo.

Dos milenios después, todavía seguimos viendo la codicia en los personajes políticos actuales, en las celebridades, en aquellos que quieren aferrarse a algo que en realidad es etéreo.

Volviendo a los inicios de la historia, encontramos personajes como Napoleón, Julio César, Cesar Augusto, Alejandro Magno, Hitler y Mussolini, Stalin y tantos otros dictadores que se aferraron al poder en forma increíble y, la historia lo admite, murieron de forma cruenta o triste. La codicia humana no tiene límites. Es una bola con agujeros y llenarla es imposible. Napoleón envidiaba a Carlo Magno, que por su vez envidiaba a Julio César. Éste envidiaba a Alejandro Magno, que envidiaba a Hércules que no existía.

Ni todo el oro, ni la gloria, ni todo el poder del mundo son suficientes para saciar la codicia de un único hombre. Hay que entender y conformarse con esto.

La codicia de Europa la está llevando a una crisis increíble. La codiciosa política externa estadounidense es responsable por las guerras en Irak y Afganistán. La “Húbris” del dictador Sirio Al Assad, lo califica como uno de los típicos tiranos sedientos de sangre y de poder. En Latinoamérica, lamentablemente no estamos mejor. ¿Qué ejemplos más salientes que el egocentrismo de Hugo Chávez, de los hermanos Castro, de Evo Morales y hasta la tragicómica chifladura de Cristina Kirchtner que pretende “resucitar” el caso Malvinas para desviar la atención a los graves problemas económicos de su país? Todo tiene su germen, su origen, en la codicia humana.

Creo que, en nuestros días, hace mucha falta aquel hombre que acompañaba a los héroes romanos durante los desfiles en una auriga y, que repetía constantemente: MEMENTO MORI (Acuérdate de que eres mortal).

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