LA MOTA EN EL OJO AJENO
Quizá el
peor mal que anida en el corazón humano sea la soberbia. Ella tiende a ver
aumentadas las faltas ajenas y a disminuir y excusar las propias. Evitar los
juicios negativos sobre los demás es un ataque frontal a la soberbia y a sus
frutos tan nocivos como el egocentrismo, la envidia, las habladurías y aquella
satisfacción íntima al ver a los demás en situaciones desventajosas y
embarazosas.
“¿Por qué
te fijas en la nota del ojo de tu hermano y no ves la viga que hay en el tuyo? –
decía el Señor – y, continuaba: Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y
entonces podrás ver sacar la mota del ojo de tu hermano”.
Manifestar
la humildad es evitar el juicio negativo y, frecuentemente, injusto sobre los
demás.
Nuestra
soberbia hace que las faltas más pequeñas que afectan a otros se vean
aumentadas, mientras que, por contraste, los mayores defectos propios tienden a
disminuir y a justificarse.
Por eso
aconsejaba San Agustín: “Procurad adquirir las virtudes que creéis que faltan
en vuestros hermanos, y ya no veréis sus defectos, porque no los tendréis
vosotros”.
Este
consejo, por cierto es más que sabio, es un consejo espiritual lleno de
humildad y caridad. No debemos olvidar que el engarce de la caridad es la
humildad. Tener una visión caritativa sobre nuestros semejantes nos hará
acercar más el alma a Dios.
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