terça-feira, 10 de setembro de 2013

NOTICIAS DE SIRIA


Los piececitos descalzos, caminaban casi arrastrándose entre los escombros de su ciudad natal: Aleppo, en Siria. El pequeño Ali, de apenas nueve años acompañaba, como un autómata, a una pareja de extraños que lo ayudó a salir de los escombros, tras un violento bombardeo  el día anterior.

Entre los escombros, la mente de un niño que había perdido todo, casa, familia, amigos, juegos de infancia; se encontraba sumida en un estado de shock increíble. Esa inocente alma, todavía no conseguía elaborar preguntas simples como: ¿por qué todo esto?, ¿Por qué a mí?, ¿Por qué a mi familia?, ¿Qué pasará conmigo ahora?

Lo cierto es que el pequeño Ali cerró los ojos y en medio de las tinieblas y el polvo, se olvidó de sí mismo.

Al día siguiente, Mamud y Raika con su pequeño bebé en brazos, corrían desesperados para alcanzar el grupo de refugiados que los llevarían a la frontera con el Líbano.

Al ver lo que parecía ser unas manecitas entre las piedras, Mamud corrió a remover los escombros y rescató a Ali. Y entonces vino el largo peregrinaje hasta la frontera; y entonces vino la esperanza de una nueva vida; pero, ¿Qué vida le esperaba al pequeño Ali?

Sus padres habían muerto el 21 de agosto pasado, en lo que se llamó “Ataque de armas químicas”. El pequeño  Ali sólo se salvó por estar ese día en casa de sus tíos. La casa donde se escondía, también había sido bombardeada por los aviones del ejército Sirio y toda su familia había sido exterminada. Sólo Ali se había salvado.

Ahora, el pequeño sobreviviente de una de las peores guerras fratricidas de Siria, está jugando – inocentemente – en un campo libanés de refugiados sirios.

¿Qué será de este niño? , y ¿qué será de tantos otros refugiados que han logrado preservar sus vidas a pesar de perderlo todo?

No lo sabemos. Para los que viven el infierno en la tierra, salir de él con vida es como tocar las puertas del paraíso.

Y mientras tanto, y a pesar de todos, el mundo gira y seguimos viviendo.

 

PS: Esta crónica es ficticia, pero tengo la dolorosa convicción de que la realidad sobrepasa la ficción y cuando eso ocurre, mi humanidad se estremece.        

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