sábado, 22 de novembro de 2014

UNA MIRADA DE FE



LAS HORAS BAJAS


No podría disfrutar de la alegría y de la paz si no existieran las horas bajas. Son aquellos momentos oscuros en que el alma está embotada, las lágrimas prestes a derramarse, las preocupaciones y los problemas originan una sensación de desahucio en la boca del estómago. En las calles todo parece nublado y grisáceo. Las personas tienen el mismo rostro y el ruido es ensordecedor. No hay ninguna esperanza y no se ve brillar la luz del sol. Esas son horas en que la fe cumple un papel primordial.
No debemos dejarnos llevar por los tentáculos del desánimo, de la aridez y la falta de perspectiva.
Así como en el estado de gracia se entra y se sale sin previo aviso, en las horas bajas ocurre lo mismo.
El mejor consejo para el alma entonces, es luchar contra el SOPOR, o sea la ceguedad, tibieza, mediocridad, desánimo, aburrimiento, fastidio, inercia, estrechez, frialdad espiritual, entumecimiento del alma y permanecer indiferente ante la suerte de los que nos tratan cada día.
Un nuevo día es siempre motivo de lucha, de esperanzas y expectativas. Bregar y no desfallecer, luchar con denuedo ante las sombras que nos cercan, pedir auxilio al Señor nos ayudará a salir de ese peligroso estado de tibieza y desolación.

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