domingo, 23 de janeiro de 2011

FELIZ CUMPLEAÑOS SAMPA!




El 25 de enero , SAMPA, la querida y siempre agitada SAMPA, la más grande y la mayor ciudad de Brasil cumple 457 años.
Que decir de esta ciudad que me ha acogido, como acoge a tantos extranjeros – y esa es su razón de ser cosmopolita- a lo largo de estos años de mi vida. En realidad, desde el primer momento, tuve una especie de empatía con la ciudad. Como una esfinge, me puse delante de ella y no dejé que me devorara porque la descifré.
Es impresionante saber que, de una pobre y mísera villa fundada por José de Anchieta en 1554, para que se convirtiera en un refugio de descanso a los que venían del mar, se haya convertido, ya en los años 50, en una urbe extensa y llena de vida.
A ojos extraños, Sampa puede llegar a ser asustadora, pero, a los que la conocen bien saben que, en sus esquinas, plazas, parques, grandes avenidas, inmensos rascacielos, viaductos y puentes, ríos y lagos, late una sociedad mezclada, sufrida, sobreviviente, llena de vida, llena de esperanzas en el porvenir del país y del mundo.
Hoy, como un pequeño homenaje, quisiera hablar sobre los lugares que para mí son mágicos en esta ciudad. En primer lugar, no existe una avenida más cosmopolita, comercial, de gente más diversa y de espacio cultural, que la Avenida Paulista. Situada en el lugar más alto de la ciudad, esta avenida, creada en 1890 abrigó las más lujosas residencias de los Barones del Café de fines del siglo XIX e inicios del XX. A partir de los años 50, se convirtió en el eje económico de la ciudad. Hoy, abriga el famoso MASP (Museo de Arte de S.Paulo) donde, de vez en cuando, aprecio las obras de Monet, Manet, Matisse, El Greco, Picasso, Di Cavalcanti y Portinari, entre otros. Fue inaugurada por la Reina Isabel II en 1960.
El Museo de la Casa de las Rosas, el Museo contemporáneo de la Fundación Itaú con su estilo moderno, impresionan. Es la avenida de los grandes cines de arte. Lejos del bullicio de los “Blockbusters Hollywoodianos”, los cines Belas Artes, Reserva Cultural, Cinesesc, Espaço Unibanco, entre otros, nos ofrecen las mejores películas internacionales de arte. Edificios Monumentales, Bancos, Empresas Multinacionales, cafés y bares, son la tónica preponderante de esta avenida. Mi lugar ideal para tomar café es en la Reserva Cultural. Allí en el café “Pain de France”, puedo saborear un delicioso chocolate con brioche Raisan.
El Parque Ibirapuera es el pulmón de la ciudad. Con innúmeros rincones, árboles, senderos casi misteriosos, es mi preferido. En frente, el Obelisco que rinde homenaje a los héroes de la revolución de 1932.
Me encanta el centro histórico de la ciudad. Allí está el Monasterio de São Bento. Participar de una Misa, los domingos a las diez en la Basílica N.Sra de la Asunción, es una experiencia mística recomendable El canto gregoriano en la voz de los monjes, el incienso subiendo por las columnas y las melodías del gran órgano, me hacen estar cada vez más cerca del Santo de los Santos. El monasterio ha recibido ilustres visitantes. El último de ellos fue S.S.El Papa Benedicto XVI en 2007. El Dalai Lama también había sido uno de sus huéspedes. Cuentan que al entrar en el lugar dijo que estaba pisando suelo santo.
Frente a São Bento, está un café tradicional, el GIRONDINO’S. A pocas cuadras, el Centro de Cultura del Banco do Brasil con un programa riquísimo de teatros y conciertos a precios módicos.
A poca distancia del centro, está la Sala São Paulo, dentro de la antigua estación de tren Sorocabana. La Sala S.Paulo, es la sede de la OSESP, la Orquesta Sinfónica del Estado de S.Paulo y es el templo de la música erudita, palco de numerosos conciertos, músicos ilustres internacionales y un público sumamente culto. Los conciertos de los sábados por la tarde, son mis preferidos.
Los elegantes barrios arbolados de JARDINES, en la zona sur, sede de los consulados extranjeros y de la alta burguesía paulistana son de una exquisitez increíble.
A las afueras de la ciudad, está el PARQUE DE LA CANTAREIRA, donde uno sube la sierra del mismo nombre y sobre una plataforma de casi mil metros de altura, se puede contemplar toda la ciudad, selva de verde y de piedra.
En el MERCADÃO CENTRAL, en el antiguo centro de la ciudad, no se puede perder un Chop con un pastel de bacalao y un sándwich de mortadela, típicos del lugar. El lugar es una efervescencia de vendedores y clientes de frutas, verduras, pescados, quesos, enlatados, y flores. Es el símbolo de la ciudad, el verdadero “epos” del alma paulistana.
Durante el día, a veces de calor intenso, o de lluvias intensas, el paulistano soporta un tráfico insoportable. El promedio es de 2hs 30m. para cada uno. Pero, cuando llega la madrugada, la ciudad no duerme, sólo ajusta su posición. Y como dice una vieja música, a las siete, explota en multitud.
Esa es Sampa, grandiosa y magnífica, ruidosa y confusa, pero gentil, tan gentil como cualquier otra ciudad del mundo. Pero Sampa, no es cualquier ciudad, es la segunda mayor de Latinoamérica y la quinta del planeta. Pero, a pesar de todo, es una ciudad con lugares paradisiacos y tranquilos, como anestesiados.
Sampa es como una esfinge, hay que descifrarla o te devora. Yo la descifré y aprendí a amarla como el más verdadero de sus hijos.
FELICIDADES SAMPA!

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