
LA ADORACIÓN DE LOS REYES MAGOS
Nacido Jesús en Belén de Judá, en tiempos del Rey Herodes, unos magos llegaron de oriente a Jerusalén. Habían visto una estrella y, por una gracia especial de Dios, supieron que la estrella anunciaba el nacimiento del Mesías, que el pueblo hebreo esperaba.
Entre todos los hombres que contemplaron la estrella, sólo estos magos del oriente descubren su significado profundo. Estos sabios vieron una estrella y dejándolo todo, partieron a través de ríos y desiertos, pasando por incomodidades, para llegar al destino final : el encuentro con Jesús.
Toda nuestra vida es un camino hacia Jesús. Es un camino que andamos con la luz de la fe, y la fe nos llevará, cuando sea preciso, a preguntar y a dejarnos guiar; a ser dóciles.
A veces, en la vida debemos tener constancia a pesar de las dificultades, el recomenzar una y otra vez, transforma lo que se inició como algo pequeño y titubeante en una gran luz: claridad para otros que también andan buscando a Cristo.
Epifanía significa MANIFESTACIÓN, y en los Magos están representadas las gentes de toda lengua y nación que se ponen en camino, llamadas por Dios, para adorar a Jesús.
Los magos abrieron sus cofres y ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra, los dones más preciosos del oriente. Nosotros, humildes, podemos también ofrecer lo mejor que tenemos: un corazón abierto para amar. Si ofrecemos nuestra ofrenda con rectitud de intención, esas cosas pequeñas que ofrecemos obtienen mucho más valor que el oro, el incienso y la mirra.
Los Reyes Magos tuvieron una estrella; nosotros devemos pedir para que la luz de lo alto ilumine nuestro camino oscuro y en penumbras de tantos defectos, para que así podamos llegar a nuestro destino final que es el supremo encuentro con el Señor.
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