sexta-feira, 14 de janeiro de 2011
LAS LLUVIAS DE ENERO O EL TSUNAMI BRASILEÑO
No existen palabras para describir lo que sentimos todos los que vivimos en Brasil en este mes de enero. Es sabido de que el verano tropical es lluvioso y que todos los años ocurre lo mismo: inundaciones y muertes provocadas por las lluvias de enero.
Este año, sin embargo, las lluvias nos sorprendieron en forma alarmante. En los estados de São Paulo, Minas Gerais y Rio de Janeiro las inundaciones ya causaron más de 500 muertos. Una tragedia nacional, una barbaridad!.
Estoy particularmente impresionado con la tragedia, especialmente las que ocurrieron en Rio de Janeiro esta semana. Enciendo la tele y sólo se habla de lo mismo, las imágenes son espeluznantes. En las ciudades serranas como Petrópolis, Teresópolis y Nova Friburgo, los raudales provocados por las lluvias, bajaron de los “morros” (colinas y montañas) con fuerza devastadora y provocaron un TSUNAMI de agua y barro que destruyeron casas, edificios y tragedias personales irrecuperables.
Era una tragedia anunciada? Probablemente. Los expertos dicen que estos fenómenos de la naturaleza son constantes en la SIERRA DEL MAR, y que el hombre construye casas, hoteles de lujo, clubes, etc, en lugares de riesgo. En esos lugares llovió en un solo día todo lo esperado para el mes entero. Es la naturaleza que da su respuesta a la irresponsabilidad de la gente, de las autoridades y de la falta de cumplimento de las leyes nacionales.
Existe una ley Forestal Federal que prohíbe construir en las laderas y áreas de riesgo de la Sierra del Mar. Esto nunca se ha cumplido. La Sierra del Mar funciona como un tampón entre los vientos del Amazonas y el océano Atlántico. Es como una muralla de montañas y selva. Ahora sólo el 7% de la Sierra del Mar está preservada; el resto fue totalmente deforestada y construida como elegantes ciudades de balneario. Esa es la terrible realidad.
En medio de la tragedia, vi la imagen de un niño de seis años, único sobreviviente de su familia, decir que “el mundo está acabando”. Eso me conmovió de tal manera que, a la noche, antes de dormir, elevé mi plegaria nocturna hacia las víctimas y sus familiares. Una parte de mí consideraba que el fin del mundo era una simple expresión ante la tragedia de la visión apocalíptica de un niño destruido. Pero otra parte parecía creer que , tal vez, el fin está próximo y cuál es mi posición ante ese hecho. Eso me petrificó. En medio de mi intensa oración y emoción interior, escuché una voz interior que me decía: “TEN CALMA Y TEN FE”. Enjugué mis lágrimas y pude conciliar el sueño.
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