
La tarde se despereza
en medio de una niebla
invernal.
La soledad invade
los espacios, otrora,
llenos de luminosidad.
El mundo parece estar
sumido en un tedioso atardecer,
melancólico y sereno,
bucólico, pero algo tierno
y desprovisto de luces de neón.
El invierno dominical,
distribuye serenidad
A través de su grisácea
e ilusoria tranquilidad.
Es tiempo de meditar
Es tiempo de silencio,
de pensamientos,
de soñar,
de esperar y de anhelar:
la sempiterna felicidad.
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