El siglo XX
queda aun más lejos de nuestra memoria tras la muerte del pianista
estadounidense, Van Cliburn, a la edad de 78 años, la semana pasada. Dueño de
un raro toque y técnica, Van Cliburn (nacido en Texas, EE.UU) es uno de esos
hombres que realizaron hechos notables
y, por caminos históricos, realizó una gran hazaña político-cultural, al
ser el primer occidental a vencer el Concurso Internacional de Tchaikovsky en
Moscú en el año 1958. La guerra fría, entonces, vivía uno de sus períodos más
inflamados y polarizados. Dicen que Kruschev, el poderoso líder soviético había
preguntado:“¿Él es realmente el mejor? “, y ante la afirmativa, dijo: “Entonces,
denle el premio”.
Van Cliburn
había sido catapultado a estatus de celebridad global. Cien mil personas lo
esperaron en Broadway a su regreso de Moscú, fue tapa de la Revista TIME, sus
grabaciones del Concierto para Piano Nro.1 de Tchaikovsky, fue el primer álbum
de música clásica en vender más de un millón de copias. Los registros de los
conciertos de Rachmaninov, Tchaikovsky, Prokofiev, Shumann, Grieg y Beethoven
son simplemente magistrales.
El mundo
del arte musical ha perdido a este hombre que produjo un arte refinado,
universal y atemporal, pero cuya vida quedó absolutamente inmersa en su tiempo.
Según un interesante artículo del ESTADO DE SÃO PAULO del 1 de marzo de 2013: “Un
pianista que estaba en el lugar correcto, en la hora correcta”.
Nenhum comentário:
Postar um comentário