quinta-feira, 12 de novembro de 2015

LA VIRTUD MÁS APRECIADA Y DESEADA


Alguna vez, alguien me preguntó que cuál era la virtud que más deseaba adquirir, si tuviera que pedir a Dios. En aquel instante, yo no supe responder, pues eran varias las que deseaba: fe, esperanza, caridad, benignidad, paciencia, magnanimidad, entre otros. Casi respondí PACIENCIA, ya que siempre tuve una relación muy fuerte con esa virtud. Pero, días después, sin querer, cayó en mis manos un libro sobre virtudes. Tan pronto como leí la explicación de la SABIDURÍA, aquello me arrebató con tal fuerza que la elegí como la virtud que más apreciaba y deseaba.
La definición de SABIDURÍA era la siguiente : “La sabiduría es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, móvil, penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo, incoercible, benéfico, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso, todo vigilante, que penetra todos los espíritus inteligentes, puros, sutilísimos. La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento, y, en virtud de su pureza, lo atraviesa y lo penetra todo; porque es efluvio del poder divino, emanación purísima de la gloria del Omnipotente; por eso, nada inmundo se le pega. Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad. Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas; pues Dios ama sólo a quien convive con la sabiduría. Es más bella que el sol y que todas las constelaciones; comparada a la luz del día, sale ganando, pues a éste le releva la noche, mientras que a la sabiduría no le puede el mal. Alcanza con vigor de extremo a extremo y gobierna el universo con acierto.”

Entonces, entendí porque el Rey Salomón la había pedido al Señor.

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