La tenue frontera entre el estar vivo y “sentirse enteramente vivo” es la clave para llevar uma vida plena y llena de esperanzas.
Quizá la sensación más concreta de la felicidad sea un bienestar físico-mental cuando se está enamorado, cuando se escucha una buena música, cuando se siente una paz interior profunda y verdadera; cuando contemplamos los milagros de la naturaleza; cuando uno tiene a Dios en su corazón. Entonces, uno cierra los ojos y percibe, en su real dimensión, la grandeza de estar vivo.
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