sábado, 25 de dezembro de 2010

MEDITACIÓN DE NAVIDAD


Condúceme, bondadosa luz sobre las sombras que me cercan. Estoy sólo en el camino y lejos de mi hogar, pero, continúa guiándome. Mis pies cansados y mi alma exhausta pretenden claudicar pero, continúa guiándome. Tu luz es la estrella que me guía por los desiertos y valles áridos de las dificultades, por las tenebrosas montañas de la desazón y del pesimismo, pero, continúa guiándome.
Siento que ya estoy llegando. A lo lejos, desde una alta colina, diviso a la pequeña Belén de Judá, la ciudad de David, aquella sobre la cual el profeta había dicho que no era, ni de lejos, la más insignificante de las ciudades de Israel. Por los prados, en las afueras de la ciudad, veo un grupo de pequeños pastores que, con júbilo, entonan una canción de esperanza. Es la humildad y la sencillez que van al encuentro de la luz.
En el cielo, un coro de ángeles cantan: “ Gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres de buena voluntad”. Y así, llegamos en el portal del pesebre.
Y allí, envuelto en pañales, vemos al Dios hecho hombre, a nuestro Redentor. Soy un mero e humilde espectador. Sólo quiero contemplar esta escena maravillosa. La Santísima Virgen, la madre del Señor y por ende mi Madre, acuna a Jesús Niño en sus brazos. La estrella brilla con más intensidad sobre la cueva humilde de Belén.
Entonces, ya no me siento espectador, entonces pido a María para que yo también pueda acunar al niño. El corazón dulcísimo de María se llena de ternura al mirarme y me pasa el niño. Y lo tomo en mis brazos, y lo lleno de besos, y lo protejo con el pecho. Así quiero tener a Jesús, en mi pecho, en mi corazón. No importan las vicisitudes, ni los achaques del tiempo, ni los defectos de los hombres, ni la maldad de los hombres. Lo único que me importa es estar ahí, a su lado, absorbiendo todo el amor de un Dios hecho hombre, que se ha rebajado a la condición humana por nosotros, por amor a la humanidad.
Entonces, mi corazón se llena de alegría y entono en voz alta y emocionada, una tierna canción de mi infancia:
“CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES, CANTEMOS AL SEÑOR. DIOS, ESTÁ AQUÍ, VENID ADORADORES ADOREMOS, A CRISTO REDENTOR.
GLORIA A CRISTO JESÚS. CIELOS Y TIERRA, BENDECID AL SEÑOR.HONOR Y GLORIA A TI, REY DE LA GLORIA. HONOR POR SIEMPRE ASÍ, DIOS DE LA PAZ”.

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