segunda-feira, 19 de março de 2012

UNA MIRADA DE FE

SAN JOSÉ

Hoy, la liturgia nos invita a meditar sobre un gran Santo: San José, Considerado el padre nutricio de Jesús, José es ejemplo de virtud y de trabajo. Como ejemplo de virtud, fue un varón justo y noble, humilde de corazón y fiel protector de María, su esposa ante la ley, y además, protector del tesoro más grande de la humanidad: el niño Dios.
Como ejemplo de trabajo, desempeñó con fidelidad y sin chapuzas, su trabajo de carpintero. Ejerció su trabajo de toda la vida con una determinación y una vocación increíbles que nos sirve de modelo para santificar el trabajo ordinario, nuestro trabajo profesional.
Hay muchas pruebas de que este Santo de tamaña grandeza nunca nos abandona. Es sabido que , si acudimos a él, siempre él nos atenderá y acudirá a nuestra ayuda en cualquier dificultad que tengamos.
José, como descendiente de David, es el padre humano del Señor. A través de él, Cristo ha nacido dentro de un tronco genético ya bien establecido en el evangelio. San José es un Santo patrono de los obreros, de aquellos que cumplen día a día, sin vacilar, el trabajo cotidiano.
El Señor manifestó conocer muy bien el mundo del trabajo. En su predicación utiliza frecuentemente imágenes, parábolas, comparaciones de la vida de trabajo que Él vivió o vivieron sus paisanos.
Quienes le oyen entienden bien el lenguaje que emplea. Jesús hizo su trabajo en Nazaret con perfección humana, acabándolo en sus detalles, con competencia profesional. Por eso ahora, cuando vuelve a su ciudad, es conocido precisamente como el “artesano”, por su oficio. A nosotros nos enseña el valor de la vida corriente, del trabajo y de las tareas que debemos desempeñar cada día.
San José enseñó a Jesús su oficio. Lo hizo poco a poco, según crecía aquel Niño que el mismo Dios le había encomendado. Un día le explicó cómo se manejaba la garlopa; otro, la sierra, la gubia, el formón…Jesús supo pronto distinguir las clases de maderas y las que debían utilizarse en cada caso; aprendió a fabricar la cola para ensamblar las juntas, el modo de encajar una cuña para ajustar dos piezas…Jesús seguía las indicaciones de José sobre el modo de cuidar los instrumentos, aprendió de él a recoger las virutas después de la jornada, a dejar las herramientas ordenadas en su sitio.
Acudamos hoy, en su día, a San José para pedirle que nos enseñe a trabajar bien y a amar nuestro quehacer. José es Maestro excepcional del trabajo bien realizado, pues enseñó su oficio al Hijo de Dios; de él aprenderemos si acudimos a su patrocinio mientras trabajamos. Y si amamos nuestros quehaceres, los realizaremos bien, con competencia profesional, y entonces podremos convertirlos en tarea redentora, al ofrecerlos a Dios.
“Sancte Joseph, Ora pro Nobis”

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