Ya he dicho siempre que el momento del día que más me gusta
es el amanecer. Y hoy no ha sido diferente. Oteando en el horizonte, puedo ver
los albores del nuevo día a través del tenue color anaranjado en que está sumergido
la ciudad. El canto de los pájaros y el silencio de las calles, me dan la
sensación de que todo está en su sitio.
El silencio y el mistério forman una especie de ambiente
místico en que los pensamientos y las abstracciones invaden mi mente, enternecen
mi corazón y me inundan de alegría natural en la esperanza de que, el nuevo día
que está naciendo, será de grandes expectativas positivas y de una renovación
de la propia esperanza. Esa es la vida que vivo, y esa es la vida que deseo
para todos los lectores.
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