sábado, 10 de novembro de 2012

JUVENTUD, DIVINO TESORO


Me sorprendió la lluvia tenue y algo perezosa, en una noche de noviembre en la avenida Paulista. Pero no fue sólo la lluvia que me llamó la atención. De repente me vi en medio de una manifestación juvenil en plena noche de viernes, con ruidos, bullicio, pancartas y rostros juveniles pintados de indios que protestaban contra la expulsión de la tribu Guaraní-Kaiowá en las lejanas tierras de Mato Grosso. Entonces, recordé que se trataba de jóvenes idealistas que manifestaban su disconformidad y su oposición a ese estado de cosas, siempre tan sensible en que los problemas sociales y políticos se mezclan en forma impresionante.

Recordé también que era maravilloso ser joven, pues la juventud trae consigo el equipaje de idealismo, de falta de temor, de impulsividad, de emotividad, de pasión, etc;  elementos esos que hacen que la vida valga la pena ser vivida. Pensé en una frase que escuché de una famosa cantante brasileña, Nana Caymmi, que decía: “echo de menos amar, echo de menos tener pasión”; pues una vida sin pasión y sin ilusiones, sin sueños y sin ideales, es una vida muerta. Esa manifestación me recordó que uno nunca debe cejar, un milímetro siquiera, en su afán de perseguir sueños, de jamás temer a los desafíos, pues la vida es un desafío constante.

Me sorprendió la lluvia de noviembre en una noche de viernes, bajo las luces (ya de los adornos navideños) de la gran avenida y, me vi frente a frente con mi juventud, con mis sueños y con esa indescriptible sensación de que la lucha continua. El fragor de la vida continua y la búsqueda por mis sueños y realizaciones, están cada vez más fortalecidos. ¡Gracias a Dios!

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