quarta-feira, 4 de janeiro de 2012

EL SUEÑO DE PERSEO



"RIO DE JANEIRO"

La noche anterior se había desatado una tormenta provocando inundaciones en algunos barrios de la ciudad. La mañana siguiente fue diferente. El sol de primavera hizo acto de presencia y antes de las nueve de la mañana ya podía adivinarse que sería un día caluroso.
La ciudad maravillosa se desperezaba lentamente mientras en sus avenidas y playas ya podía verse el movimiento de la gente acudiendo a sus trabajos y oficinas; a hacer caminatas por la costa, andar en bicicleta o correr contra el viento sintiendo la brisa del mar en el rostro mientras los edificios adquirían un tono amarillento proveniente de la luz matutina.
Sin duda era la ciudad más bella del mundo. Aquí podía apreciarse el casamiento perfecto entre la montaña y el mar; el azul del inmenso Atlántico y el verdor de sus florestas.
" A tempranas horas de la mañana el mar adquiría un verdor claro y las olas eran más espumosas. Una joven y guapa mujer de pelo rizado, muy atractiva, elegante, de pelo oscuro, ojos negros como café y bronceada por el sol contemplaba el mar y hacía ejercicios de relajamiento sentada en un banco de piedra de la playa de Copacabana. Después, con una botella de agua en la mano, empezó a caminar por la acera tan famosa conocida como" o calçadão de Burle Marx". Caminó hasta Leblón pasando por la playa de Ipanema. El ritual lo hacía todas las mañanas, excepto si llovía. Adoraba recibir la energía del mar antes de dedicarse a sus tareas cotidianas.
Otro ritual era caminar y perderse por la ciudad. En realidad nunca podría perderse, pues ella misma era la ciudad. Río de Janeiro y Guilhermina eran una sola alma, un sólo corazón"

FRAGMENTO EXTRAÍDO DE "EL SUEÑO DE PERSEO -CAPÍTULO IX "RIO DE JANEIRO"

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