domingo, 8 de janeiro de 2012

PARAÍSO E INFIERNO EN LA TIERRA


Hoy es domingo, el sol de verano aparece lentamente en mi ventana iluminando todo. Esa metáfora eterna de que el sol todo lo ilumina con una luz de esperanza, que distribuye una energía vital sobre nosotros, seres humanos, es una alegoría necesaria para meditar sobre las bendiciones que recibimos todos los días.
Hoy no es un día común, es domingo. El silencio invade mi casa, en la sala, sólo un hermoso perro “siberiano” duerme plácidamente. La casa está todavía en brazos de Morfeo y la soledad que siento es aquella claramente reconfortante y útil.
Entonces, tomo un sorbo de café caliente y empiezo a leer el periódico dominical. Inicio por las noticias políticas, los deportes, nacionales, internacionales, algunos interesantes clasificados y llegó a una página especial de artículos periodísticas llamado “ALIÁS”. De pronto me deparo con un artículo sobre una mujer norcoreana sobreviviente, mejor dicho, superviviente, de un campo de concentración en su país.
Hasta ahora, la situación política y social de Corea del Norte era para mí una entelequia, una realidad virtual, paralela a mi vida. He visto imágenes por la televisión que me helaron la sangre. Imágenes de los funerales del dictador Kim Jong-IL. Millares de personas, en un acceso de histeria colectiva, lloraban y se echaban al suelo al ver pasar el cortejo. Era como si un cataclismo hubiera sucedido en sus vidas. Todo eso tendría otra connotación si las condiciones de esas personas – aparentemente sufrientes- fueran resultado de un sistema que les ayuda y les privilegia en las condiciones mínimas de seres humanos. Pero, desgraciadamente no es así. El país es considerado uno de los más pobres y de calidad de vida más indigente del planeta. Tiene una población sojuzgada bajo un régimen tirano y déspota que la hace morir de hambre. La comunidad internacional nada hace por atenazar a este gobierno simplemente deshumano.
Entonces empecé a leer el artículo y me vino a la mente la cuestión del Paraíso y el infierno. ¿Cómo es posible que, en un lugar tan hermoso como nuestro planeta, tan azul visto desde el espacio, con tanta vegetación, ríos, lagos, océanos, islas, lugares paradisíacos, etc., todavía existan lugares terribles que podemos llamar infierno en la tierra?
La desgraciada vida de Kim-Hye-Sook, sobreviviente del “Gulah”, una especie de campo de concentración norcoreana parece haber vivido las peores ordalías semejantes al propio infierno. Siendo apenas una niña, y sin saber la causa, fue llevada con toda su familia a un Gulah, en represalia por la huída de un pariente cercano, y allí vio morir a su padre, su madre y dos hermanos en las minas de carbón. Le sobrevivieron otros dos hermanos menores. Lo que la pobre Kim ha descrito es algo espeluznante. Vio a una mujer comer la carne de su propio hijo para no morir de hambre, vio a hombres, mujeres y niños, maltrechos y en harapos trabajar hasta morir y sufrir todas las vejaciones que un ser humano es capaz de soportar.
Por suerte, Kim pudo escapar, pues había sido vendida a un chino en matrimonio y así, a través de China, Laos y Tailandia logró librarse del infierno; reside en Corea del Sur y; es considerada una de las más raras fuentes del servicio de inteligencia surcoreana.
Kim aún tiene dos luchas particulares a vencer: la liberación de sus dos hermanos y un cáncer que se desarrolló en sus bronquios después del trabajo forzado en las minas. Como misión de vida, quiso revelar la esencia del régimen norcoreano y su sistema de prisión contra los opositores.
Mi homenaje sincero, como ser humano, es para esta mujer que logró sobrevivir al infierno y a los otros tantos que no lo consiguieron, pese al tremendo esfuerzo que han hecho para defender la suprema esencia de la dignidad humana : el derecho de ser libre.

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