Hoy se inicia el adviento. Con el primer domingo de este tiempo litúrgico, la Iglesia nos recuerda que, para la liturgia ya empieza el año de 2011.
Adviento es tiempo de esperanza. En los cuatro domingos que anteceden a la Navidad del Señor, la liturgia nos recuerda el preparo que debemos tener en este tiempo para el advenimiento, la segunda venida del Mesías, con su poder glorioso y para recibir a Jesús que pronto, volverá a nacer en nuestros corazones.
Es un tiempo de esperanza, pues, si tenemos fe esperaremos la llegada del Señor en nuestros corazones. Jesús, en su infinita misericordia, nos anuncia su llegada. Los dos primeros domingos de adviento, la liturgia nos dirige la mirada hacia la segunda venida del Salvador. Como lo prometió cuando vivió entre nosotros, esperaremos con esperanzas su venida gloriosa para “salvar a los vivos y a los muertos”. Debemos estar en vela, manteniendo una especial actitud de conversión.
El tercer domingo, inicia la tercera semana de Adviento con la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca la venida del Señor.
El último domingo, la liturgia ya nos habla del advenimiento del Salvador al mundo a través de María, que es figura central y su espera es modelo estímulo de nuestra espera.
Personalmente, veo el adviento como un camino de luz en medio de la oscuridad espiritual. Esta metáfora adquiere un relieve especial si pensamos que, durante el largo período del tiempo ordinario, es como si camináramos por un largo sendero oscuro esperando llegar a la fuente de nuestra eterna felicidad : El infinito amor de Nuestro Señor. El adviento es como un foco de luz brillante que nos ayuda a ver el camino que nos conducirá, finalmente, al encuentro de Nuestro Señor.
Con este tiempo de Adviento, empieza un nuevo año de nuestros días, y pedimos a Dios que nos ilumine en este camino para esperar, con el corazón abierto, el advenimiento de Cristo en nuestras vidas.
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