domingo, 3 de abril de 2011
DOMINICA LAETARE
La alegría es la virtud que engarza el alma con su gozo y optimismo. Hoy, cuarto domingo de cuaresma, es el domingo de alegría. La liturgia católica deja de lado la severidad y rigidez del tiempo penitencial y la envuelve de alegría para que no olvidemos que debemos ser penitentes sin perder el optimismo.
Dios ama al que da con alegría. La alegría es compatible con la mortificación y con el dolor. Se le opone la tristeza, no la penitencia. La alegría tiene un origen espiritual, surge de un corazón que ama y se siente amado por Dios.
La alegría es una característica esencial del cristiano, y la Iglesia no deja de recordárnoslo en este tiempo litúrgico para que no olvidemos que debe estar presente en todos los momentos de nuestra vida.
Tenemos cerca la Semana Santa y la Pascua, y por tanto, el perdón, la misericordia, la compasión divina, la sobreabundancia de la gracia. Unas jornadas más, y el misterio de nuestra salud quedará consumado. Si alguna vez hemos tenido miedo a la penitencia, a la expiación, llenémonos de valor, pensando en que el tiempo es breve y el premio grande, sin proporción con la pequeñez de nuestro esfuerzo. Sigamos con alegría a Jesús, hasta Jerusalén, hasta el Calvario, hasta la Cruz. Además, “no es verdad que en cuanto dejas de tener miedo a la Cruz, a eso que la gente llama cruz, cuando pones tu voluntad en aceptar la Voluntad divina, eres feliz y se pasan todas las preocupaciones, los sufrimientos físicos o morales?”.
No se han inventado todavía las palabras, para expresar todo lo que se siente – en el corazón y en la voluntad- al saberse hijo de Dios. Quien se siente hijo de Dios, es lógico que experimente ese gozo interior.
Assinar:
Postar comentários (Atom)
Nenhum comentário:
Postar um comentário