terça-feira, 26 de abril de 2011
SOBRE LA MONARQUÍA (I)
LA MONARQUÍA
“Toda autoridad legítima, sea paternal, ciudadana o nacional, viene de Dios; y no está en el poder del hombre el suprimirla, como no lo está el cambiar su naturaleza”
“LA MONARQUÍA” Santo Tomás de Aquino.
La Realeza
La realeza deriva de la palabra “real”, es decir “perteneciente al Rey, regio, suntuoso”, y por lo tanto, realeza es la dignidad o autoridad real, el poder real existente o verosímil.
También se utiliza el término realeza para designar a la clase política, social, privilegiada y superior que ocupa el trono. Dicho en otras palabras, el rey y su familia, que tienen a su cargo el ejercicio del poder monárquico.
La realeza está por encima de las clases sociales superiores y aristocráticas y constituye una suerte de punta de lanza de la pirámide social, que en esencia es antidemocrática, pues perpetua la distinción de clases.
LA MONARQUÍA
Antecedentes
Durante muchos siglos, y en el período anterior al Imperio Romano, el sistema de gobierno en los pueblos antiguos era la monarquía.
El gobierno de “uno solo, de un príncipe soberano”, sobre cuya cabeza no sólo se ceñía una corona (símbolo de poder, autoridad y soberanía), sino todo un orden gubernamental, fue la tónica preponderante en las primitivas sociedades político-sociales.
Por lo tanto, su existencia milenaria hizo posible la tradición y la costumbre que fue el cimiento de su existencia.
El Rey es en esencia “el mejor entre los mejores”, el más apto y capaz de ejercer el poder y la autoridad, y concentrar en su persona no sólo el respeto y la veneración, sino también las virtudes de su pueblo. Cuando el poder se concentraba en una sola persona con atributos heroicos (en la Edad Media, los reyes eran grandes y bravos guerreros), el propio pueblo creaba una suerte de mística sobre la persona del monarca, y que en muchos pueblos se había convertido en idolatría.
Santo Tomás de Aquino, en su obra “La Monarquía”, explica que “la razón del Estado no es otra que ésta: facilitar a los ciudadanos el bien vivir temporal. El Estado tiene la misión preeminente de ordenar una situación social básica en donde la búsqueda de la propia felicidad sea factible al individuo”.
“Si es cierto que la autoridad viene de Dios – seguía diciendo Santo Tomás- a través del pueblo, son los individuos a quienes toca señalar la forma de gobierno. Si un solo hombre virtuoso ejerce el poder en orden al bien común, tal forma de gobierno es llamada Monarquía”. Por lo tanto, la monarquía es para Santo Tomás de Aquino, aquella forma de gobierno en la cual el poder total del Estado, “la plenaria potestas”, se encuentra en manos de un solo hombre que ejerce como “gerens vicem totius multitudinis”, como representante de toda la comunidad.
Es evidente entonces, que el Rey es aquel que dirige una sociedad hacia el bien común.
La pompa, es decir toda la grandiosidad y suntuosidad de las ceremonias en que participa el monarca, materializaban una especia de magia y personalizaba al Rey como cabeza visible del Estado. De ahí la condición indiscutible de Jefe de Estado, o sea el que tiene a su cargo la representación visible, humana y material del poder estatal.
Con el paso del tiempo, la institución monárquica fue evolucionando. Como consecuencia de la revolución industrial y el ascenso de la burguesía en el siglo XVIII, las convulsiones político-sociales ocasionaron los movimientos constitucionales en toda Europa.
Los derechos del pueblo, emanados de la Revolución Francesa en 1789 cambiaron la faz del poder monárquico y la evolución fue mucho más rápida. Los atributos reales disminuyeron, pero no rozaron su prestigio y la magia continuó.
La Monarquía no sólo simbolizaba el Estado, era también el elemento de unión y una especie de gozne sobre el cual giraba una sociedad civilizada, y como el Estado perdura, la monarquía conservó otro de sus principales atributos: la continuidad.
Actualmente el concepto de MONARQUÍA CONSTITUCIONAL HEREDITARIA, se refiere a esta forma de gobierno unipersonal, que asegura la continuidad dinástica, pero las funciones reales se encuentran supervisadas a una Constitución.
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