En las primeras horas de la mañana, la luz solar invadía la ventana de su habitación. La muchacha de rizos dorados, se levantaba y pensaba en todo lo que debía enfrentar ese día.
Entumecida por el sueño, se dirigió al cuarto de baño para asearse. Después vendría el desayuno y una jornada más en los Grandes Almacenes donde trabajaba.
Hoy también era un día especial, pues era su cumpleaños: “Treinta años! – pensó –, parece que he vivido tanto, y sin embargo, es muy poco…y qué lejos estoy de lo que debería haber sido”, concluyó con tristeza mirándose al espejo.
Su vida carecía de altibajos y podía decirse que rayaba la sencillez. Pero el destino le reservaría momentos inenarrables de grandeza imperecedera.
Assinar:
Postar comentários (Atom)
Nenhum comentário:
Postar um comentário