domingo, 21 de julho de 2013

LA CRISIS ESPAÑOLA Y LA DE ALMODÓVAR EN "LOS AMANTES PASAJEROS"



Como ocurre en cada película estrenada de Pedro Almodóvar, las expectativas son inmensas, aun sabiendo que, últimamente el director manchego ha sufrido una cierta mutación. De todos modos, la película LOS AMANTES PASAJEROS es también una metáfora en que se encuentra España. En este caso, el país es como un aeroplano que no sabe para donde ir, no tiene cómo aterrizar y deja a todos sus pasajeros extenuados, asustados y sacando lo peor de cada uno, es decir, los miedos humanos. La cinta se pasa en un avión que no puede aterrizar debido a un problema técnico. Creyendo que van a morir, tres integrantes de la tripulación (Javier Cámara, Carlos Areces y Raúl Arévalo) hacen confidencias en un clima de urgencia, como si estuvieran viviendo sus últimos momentos.

Es imposible no reírse de las actuaciones de Antonio Banderas y Penélope Cruz que también participan de la película. A pesar de divertido (no olvidemos que la comedia dramática es característica de la obra de Almodóvar), esta película es, tal vez, la más decepcionante de todas. El inicio es divertido; es el Almodóvar de antaño, pero desde la mitad parece que la trama queda un tanto perdida. Pero justicia sea hecha: me he muerto de risa, especialmente con el trío de la tripulación. Es como si el director volviese al humor de su primera época, como en MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS, cuando practicaba aquel cine de cachondeo exagerado.

Lo bueno es que Almodóvar nunca se permite ser sentimental y utiliza el melodrama sólo a manera de ejercer la ironía. Reírse de la propia desgracia es su tónica preponderante y este aspecto  es el que hace que el director español sea tan insólito en sus películas. De todos modos, vale la pena verla.

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