sábado, 20 de julho de 2013

OTRA MIRADA DE FE


Ante la inminente llegada de Su Santidad el Papa Francisco a Brasil, hemos visto una invasión de jóvenes de todo el mundo para participar de la JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD Católica en Rio de Janeiro. Se dicen tantas cosas sobre los pecados de nuestra madre la Iglesia que muchas veces nos dejamos llevar por decepciones y sentimientos de culpa. Pero, al ver la alegre ristra de muchachos y muchachas de las cuatro partes del globo que, con gran espíritu misionario se avienen a escuchar las palabras del Romano Pontífice, nuestra fe se agiganta y todas las dudas se disipan como la nieve al sol.

He visto jóvenes que practican el espíritu misionero de Cristo por todos los lugares más recónditos y pobres del globo. Aquí mismo en Brasil, he visto un programa televisivo sobre la labor – tan cristiana y universal – de jóvenes que llevan la palabra del Señor y la Eucaristía hasta en la selva amazónica. Jóvenes extranjeros practican la caridad en sus misiones por los barrios más pobres de las ciudades del país.

Entonces, un brote de esperanza y entusiasmo penetró en mi alma. Recordé que una vez yo también había tenido 18 o 20 años y que también hervía en mi íntimo la voz de Cristo por realizar apostolado por donde yo estuviera. Y es así como veo a la Iglesia Católica, que no tiene ni futuro, ni presente ni pasado, ella es atemporal, porque se dirige hacia la eternidad, pero los jóvenes son, sin dudas, ese motor que impulsa la misión de la Iglesia por los cuatro vientos y lleva el mensaje evangélico de Nuestro Señor. Ciertamente los errores son humanos, pero la misión es divina. El Santo Padre el Papa nos da las directrices de nuestro actuar como cristianos en este siglo tan convulsionado y de la mano de María, Madre de Dios y Madre nuestra, ciertamente llegaremos al puerto seguro, porque sólo Ella conoce el camino que conduce a su divino hijo.

Los Jóvenes encuentran en el seno de la Iglesia, el poder del Espíritu Santo para cumplir con sus obligaciones de cristianos en medio del mundo, cristianos que son la sal y la luz del mundo, que llevan el mensaje de Cristo por la vida y que participan como soldados de la Iglesia Militante, que nunca perecerá ni desaparecerá, pues como lo prometió su mismo fundador, Nuestro Señor Jesucristo, “durará hasta el fin de los tiempos y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella”.

DEO GRATIAS!

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