segunda-feira, 2 de maio de 2011

BEATIFICACIÓN DE JUAN PABLO II



SANTO SUBITO

En medio del caos del mundo convulsionado en que vivimos, un día de paz. El domingo luminoso de primavera del 1 de mayo de 2011, en la Plaza de San Pedro en Roma, el Papa Juan Pablo II – de honrosa memoria- ha sido beatificado por Su Santidad Benedicto XVI.
Una ceremonia sin igual, donde un millón de fieles congregados, acompañaron la beatificación del que fuera llamado como “El mensajero de la Paz”.
Juan Pablo II protagonizó el período más fructífero del último siglo. Su larguísimo reinado (el más largo del siglo XX) se caracterizó por sus innumerables visitas pastorales; la fortaleza de la fe y la caridad, su profunda devoción y su carisma que lo hicieron célebre.
Esto es lo que veíamos sobre la superficie de su persona, porque, en la intimidad de su corazón, vivió las virtudes cristianas en grado heroico, sufrió persecuciones en su juventud, atentados en su pontificado, y tuvo que luchar con enfermedades gravísimas. No cejaba en su empresa evangelizadora alrededor del mundo ; combatió el comunismo ateo con todas sus fuerzas, defendió a la familia, a los obreros, comulgó con los jóvenes que lo seguían por dondequiera que fuese.
Yo fui uno de ellos. Junto con amigos entrañables, lo seguí , lo vi y escuché su voz. El “vicario de Cristo en la tierra” me dijo con voz potente – y a todos los jóvenes servidores de la visita papal en aquel 1988- “No tengáis miedo. No queráis rehuir de vuestro compromiso con Cristo, transigiendo con la mediocridad y el conformismo y si alguna vez os sentís tristes, acudid a María; porque ella es la estrella de la mañana y la causa de nuestra alegría. Con ella de la mano, NUNCA os sentiréis tristes, porque sólo ella conoce el verdadero camino que conduce a su divino hijo”.
Palabras que nunca he olvidado y que calaron hondo en mi alma, así como también en toda la gente que lo acompañaba y seguía en su largo peregrinaje por todo el orbe.
Juan Pablo II dio ejemplo de entereza y de fe, y esa fe lo condujo a la beatificación y a camino de la canonización.
Desde su posición como Obispo de Roma y Jefe de la Iglesia Cristiana, fue una de las más poderosas luces de la cristiandad. Su ejemplo de fortaleza y de devoción mariana nos acompañará desde los altares.
SANTO SUBITO (SANTO AHORA)

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