domingo, 2 de outubro de 2011
NUNCA ESTAMOS SOLOS : DÍA DE LOS ÁNGELES CUSTODIOS
Creo, fervientemente, que la paz empieza en mi mente y en mi corazón. Cuando recibo las inspiraciones divinas, siento que existe alguien, una entidad, un amigo, que me susurra al oído esas “corazonadas” , que son muestras de una profundidad interior : es mi ángel custodio.
Cayó en mis manos un libro ilustrado sobre ángeles. Siempre me emociona al máximo hojearlo, pues está lleno de vibración espiritual.
He aprendido que, durante la semana, los martes es el día de los ángeles de la guarda o ángeles custodios. Al levantarme, desde que tengo uso de memoria, elevo una jaculatoria antigua a este amigo y protector, puesto por Dios para dirigirnos en la vida. Si tenemos fe en él, si realmente creemos que él existe, entonces podremos tener una relación infinitamente espiritual con este guía y protector de nuestra vida y de nuestra alma.
Mi ángel siempre ha estado allí. Cuando abrí los ojos por primera vez, cuando empecé la larga jornada de existir, nunca he estado solo: él estuvo conmigo.
Cuando era pequeño, creo que debería haberlo visto, no sólo a él, sino también a sus amigos. Cuando empecé a crecer, llegó la adolescencia y la juventud y, tal vez haya olvidado un poco de su existencia. Entonces, dejé de verlo como lo hacía de antaño. Tenía demasiadas cosas superfluas en qué dirigir mi atención…eso es un gran error, pero es más común de lo que deberíamos imaginar.
Cuando era más joven, me sentía imbatible. Podía escalar montañas, podía volar, me sentía un rey soberano. Después, la vida me ha enseñado que yo era más vulnerable de lo que pensaba. La adultez trajo consigo aquellas responsabilidades de estado que me hizo sumergir en un remolino de estudios, trabajos, viajes, amigos, familia, en fin..en esas cosas que la vida te presenta y que es difícil rechazarla.
Después tuve esa sensación, no de tristeza o alegría, sino de estar en medio de la nada. Y entonces, volví a recordar que tenía un ángel, y volví a buscarte, y allí estabas tú, mi ángel, mi amigo y mi guía. En realidad, tú nunca me has abandonado. Siempre estabas presente, en todos los momentos de mi vida, esperando que yo te buscara. Y, finalmente te busqué y te encontré..
Y desde ese momento, nunca más te abandoné. Y desde ese momento, pude sentir, realmente, el revolotear de tus alas, anunciando tu presencia.
Y desde ese entonces, no dejo de agradecer a Dios por haberme dado un ángel para que esté conmigo por toda mi vida y por la eternidad.
La jaculatoria de mi infancia, que rezo todos los martes de mi vida es esta :
“Sancte Angeli custodes nostri, defendite nos in praelio, ut non pereamos in tremendo iudicio” (Santos Ángeles custodios nuestros, defendednos en la lucha para que no caigamos en el tremendo juicio)
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