domingo, 2 de junho de 2013

EL SUEÑO DE PERSEO


Las estaciones fueron pasando y con ellas los meses y los años. En Europa los vientos de guerra intranquilizaban a todos. Este temor de un nuevo conflicto con Alemania llegó a la tranquila y plácida Cornualles. Johnny y Helen pintaban y dibujaban a orillas del mar bajo la atenta mirada de Mary Louise.

Johnny vivía con su padre, el farmacéutico más renombrado de Penzance. Su madre había muerto cuando él tenía ocho años y había crecido sin hermanos y sin amigos. Helen fue ocupando su tiempo y su vida. Se enamoraron. Algo inevitable entre dos adolescentes.

Helen recordó el primer beso en el embarcadero a la salida de la escuela. Era el último día del año lectivo y el fin del período escolar. Johnny con dieciocho años estaba esperando la respuesta de la universidad de Truro donde iba a estudiar artes. Sus habilidades en la pintura corrían pareja con las del Rugby. Johnny era uno de los mejores jugadores del equipo del colegio y con un poco de suerte, ingresaría en la universidad y podría ser admitido en el equipo de Rugby de la misma. En medio de esos planes de adolescencia, Helen y Johnny maduraban su relación.

Charles Armstrong había adquirido en propiedad un chalet a orillas del mar.”Starsrunch Cottage” – rancho de estrellas – en la primera playa a las afueras de Newlyn, para pasar las noches de verano contemplando las estrellas con su hija, haciendo apuntes, leyendo libros, preparando sus charlas para la universidad o simplemente disfrutando del verano con su esposa e hija. Penzance y Falmouth se llenaban de turistas durante la temporada estival y los Armstrong ansiaban por huir del bullicio y refugiarse  frente al mar.

Starsrunch era un lugar donde la familia llevaba una existencia simple y relajada. Durante las mañanas, Charles, su hija Helen y Johnny Carpenter pescaban mientras Mary Louise preparaban sus famosos picnics. A veces Charles leía en silencio, su esposa pintaba sus acuarelas y los jóvenes pintaban cuadros de paisajes playeras, gaviotas, peñascos, etc.

En una ocasión, Johnny pintó un cuadro de la playa con Helen en pie observando el horizonte. Hizo un rápido esbozo y se pasó la tarde toda pintando. Al terminar mostró a los Armstrong.

 

-         Este quiero dar de regalo a Helen – dijo sonriendo y terminó el cuadro escribiendo “La chica y el mar” J.C.

 

Helen quedó complacida. Ha sido el mejor regalo que recibiera en toda su vida.

 
EXTRAÍDO DE "EL SUEÑO DE PERSEO", CAPITULO IV "HELEN"
 

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