Al
despertar bien temprano en este domingo de invierno, observé una densa niebla
que cubría toda la ciudad. La ciudad se desperezaba lentamente ajustando su
posición en medio del paisaje invernal.
Hoy es fin
de mes, el último día de junio y la vida transcurre en un vaivén de emociones
sueltas y de trajines cotidianos. Pero hoy, todo es niebla y silencio.
La tenue
lluvia fría que cae sobre los tejados de las casas, los edificios y el asfalto,
parece obligarme a meditar. Atrás quedaron las innumerables manifestaciones
populares de junio; atrás quedaron la cacofonía y la incertidumbre, las dudas y
las lágrimas. Ahora, sólo importa el devenir. Y observo el futuro como esta
lluvia invernal que todo lo transforma y todo lo limpia.
En medio de
la niebla y el silencio de este domingo invernal, sonrío feliz. Es el
maravilloso milagro de estar vivo.
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