terça-feira, 4 de junho de 2013

LA DANZA DE LAS ESTACIONES


Hoy, por primera vez me di cuenta que la luz solar del mediodía inundaba tenuemente mi vida. Y es que la luz diurna de esta época (postrimerías del otoño), tiene características peculiares que sobrepasan nuestro asombro.

La luz invernal es casi transparente, ella no tiene la rabiosa fulguración del verano, ni la brillantez de la primavera; ella es efímera y suave, calma y casi mística. En verano, el sol radiante se sitúa más vertical sobre la tierra emitiendo su luminosidad en forma más directa.

En invierno, esa luz parece más inclinada y serena, proporcionándonos un deleite inenarrable.

A todo ello, se le suma un suave viento fresco que da la sensación de una primitiva libertad.

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