quarta-feira, 12 de julho de 2023


ESTADO DE GRACIA

 

El momento presente era como un regalo de la providencia. Ella se encontraba corriendo por las estrechas sendas del parque engalanadas de flores. Eran las postrimerías de la primavera y en pocos días empezaría su estación preferida: el verano.

Había sido un largo y extraño invierno, como todos los inviernos que había pasado en los últimos años desde que perdiera a su madre. Pero ahora, ella se encontraba revigorizada de alegría y contentamiento. No sabía explicar exactamente lo que sentía, pero tenía plena seguridad de que lo que sentía era un placer inenarrable.

De pronto se detuvo y contempló la ciudad a lo lejos. Parecía que el lugar acabara de despertar con el rumor de los pajarillos y la brisa matutina. El sol apenas asomaba sus rayos e iluminaba todo el ambiente con una mezcla de luz, color y estímulos.

Se llenó de gratitud y cerró los ojos. Respiró profundamente y se sintió el ser humano más feliz del mundo, más pleno, más lleno de energía y de inspiración.

Una aureola de misterio parecía invadir el sitio donde se encontraba. Abrió los ojos y sonrió levemente como la brisa que soplaba su rostro. Era un momento mágico y ella lo sabía. A partir de ese momento tenía la noción de que estaba en estado de gracia, o sea, ese estado en que todos los sentidos del cuerpo están armonizados con el alma y la sensación es de un estado de paz y de calma en el espíritu.

Y ella sabía también que ese estado era algo singular y único, que no se repetía con frecuencia.

¡Ahora sí, pensó Maria Clara, es mi turno de ser feliz!

 

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Fabrizio estaba observando las hermosas llanuras de l paisaje toscano cuando una suave brisa de finales de verano rozó su rostro. Respiró profundamente y continuó verificando los viñedos donde trabajaba hacia más de diez años.

La zona del Chianti en la provincia de Siena era muy afamada por sus viñedos y por su vinícola. Fabrizio se transformó en un “expert “en la producción vinícola y desde su juventud se dedicó a pleno pulmón para llevar adelante el negocio de su familia.

Durante su vida ha tenido muchas pasiones pero ninguna de ellas se comparaba a su pasión por los vinos. Él saboreaba el vino como su fuera un néctgar de los dioses. Y nada le producía más felicidad que caminar por los viñedos,, hablar con los trabajadores que limpiaban las viñas y se preparaban para la vendimia.

Si existía un estado de gracia, pensaba Fabrizio, era  el que sentía cuando estaba en el viñedo y observaba a lo lejos el paisaje toscano.

Por sus venas corría sangre y vino, era su esencia de ser y  vivir cada sorbo de esta emocionante actividad era para él vivir en estado de gracia.

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