En un lugar del planeta tierra, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía
un joven que desde su infancia estaba absorbido, no por los libros de
caballería como el Quijote, sino por cuentos, leyendas, poemas, sonetos,
historias de piratas, historietas, libros de héroes y conquistadores, de
romanticismo deshuesado y sueños perdidos.
El joven iba digiriendo toda esta literatura en su lengua nativa, el viejo
y buen idioma castellano, el idioma de Cervantes y del Quijote, la lengua rica
y misericordiosa de las llanuras y vastos paisajes áridos de
El Quijote de
Así como el Quijote, el joven aprendiz literario, daba alas a su fantasiosa
imaginación y se veía tanteando el terreno de los sueños y de la irrealidad,
viajando desesperadamente a través de los libros nocturnos – aquellos que no
formaban parte de su condición de inocente estudiante – sino aquellos que
pertenecían a la rica biblioteca familiar.
El idealismo, la búsqueda de los sueños, la fantasía y la imaginación –
elementos que configuran el carácter del Hidalgo – siempre fueron la tónica
preponderante en este joven amante de las letras.
Así como el caballero de la triste figura tenía al realismo en sus narices
en la figura de Panza, así también el joven debía recordar sus obligaciones y
rutinas por la realidad que le circundaba. En la vida hay deberes y
obligaciones que es imposible desdeñar. Forman parte de una realidad que es de
uno y que no hay como zafarse de ella. Pero, a pesar de este realismo invasivo
de los sueños y quimeras, nuestro joven aprendiz se dedicó a cultivar, en las
esferas de sus propios ideales, las inspiraciones de su corazón y de su
intelecto, los cuales le fueron muy importantes con el pasar de los años.
Idealismo y realismo. Quizá Cervantes fue el único escritor del mundo en
analizar con tanta maestría el incongruente corazón humano. Estas dudas y
contradicciones, tan afines al carácter del hombre, fueron sin duda los motivos
de la profunda universalidad de esta monumental obra literaria. Obra que
perpetua con orgullo nuestra querida y entrañable lengua castellana.
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