¡Qué difícil es vivir! Cuánto reto y cuánto valor se
requiere para vivir. La vida a veces grita nuestro nombre y tenemos la opción
de responder a su llamada o ignorarla.
Vivir es una tarea hercúlea y durante el largo periodo
de tiempo en el que vivimos, existimos. Experimentamos aventuras, nuevos
comienzos, nuevas posiciones, nuevas realidades.
Podemos tener la sensación de que la vida es rápida, o
quizá un poco lenta. A veces parece etérea o efímera, y a veces está llena de
vitalidad y fuerza.
También es difícil vivir entre tiempos muertos. Cada
individuo tiene su lado oscuro, su momento árido, su tiempo muerto. Mi tiempo
muerto es cuando no escribo, cuando no llega la inspiración. No siento que mi
vida sea en vano; no, simplemente está temporalmente desierta y árida. Es un
tiempo vacío, un tiempo muerto. Es entonces cuando yo también estoy muerto.
Por eso, vivir entre tiempos muertos requiere mucho
valor y mucha frialdad. Requiere extraer de lo más profundo de nuestra esencia
toda la fuerza interior, toda la fe en la propia vida que estamos viviendo.
Vivir es también un acto de gratitud por «ser» y por
«estar». Es tener el misterioso poder de expresar todo lo que sentimos, y
reunir todas nuestras experiencias, nuestros pensamientos, nuestras creencias y
actuar en consecuencia. Vivir es tener el coraje y la audacia de decir «SÍ» a
cada afrenta, a cada obstáculo, a cada pérdida, a cada efímero momento de
felicidad. Vivir es sentir la plenitud de ser y formar parte de un todo; una
partícula vital del propio universo, una parte infinita y fundamental de la Creación.
Vivir la vida para mí es dejar un haz de estrellas con
las palabras de mis pensamientos allá donde vaya, en cualquier órbita dónde me
encuentre.
“La vida no es la que uno vivió, sino la que no
recuerda, y cómo la recuerda como para contarla”
Gabriel García Márquez, escritor colombiano
(1927-2014)
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